Karl Lagerfeld recreó una arboleda natural en el interior del Grand Palais de París, por donde desfilaron casi 70 diseños que se caracterizaron por los bordados florales y las botas de encaje.
De los tradicionales trajes de chaqueta en "tweed", Chanel pasó a los vestidos largos con estampados de hojas, que evocaban los grabados japoneses, para terminar con una eclosión de plumas y volantes.
Llamaron especialmente la atención las botas, por su extrema altura -cubrían casi toda la pierna-, por su confección -de encaje, de cuero o metalizadas-, y por su forma -abiertas por delante o con refuerzos en negro-.
En esta colección, que coincide con el 30 aniversario del primer desfile de Lagerfeld para Chanel, el modisto alemán trabajó especialmente las líneas horizontales, sobre todo en los cuellos y en los bajos de los vestidos, y las mangas, que ensanchó en la parte superior o que dejó flotando por debajo de los hombros. El creador combinó los vestidos angelicales cortos con cola con las botas altas de cuero, y las chaquetas largas con piratas y botas que se acoplan perfectamente al pantalón.
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