Halloween y toda la parafernalia que implica, arrasan el comercio de nuestras ciudades y aunque nos resistimos; en nuestro país, curiosamente tradición y novedad conviven confortablemente.
De un lado y sin ofender a nuestros difuntos, los esperamos con amor, entre t´anta wawas y oraciones. Del otro y desde muy lejos, llega la locura que se hace universal que es Halloween, celebración que más que nada, se ha convertido en una fiesta de disfraces con las más variopintas temáticas.
Además de los clásicos sangrientos atuendos de la casa del terror; la moda de estas fiestas, absolutamente absurda, hoy imita a personajes famosos, generalmente del mundo del espectáculo. Desde Madonna hasta Marilyn Monroe, los personajes fantásticos del cine y los de los cuentos infantiles se encuentran a disposición, para todos los gustos, edades y colores.
El 2018 expande aún más las propuestas, superando las ya sensuales brujas, caperucitas y catrinas, para las que más que impresionar, buscan seducir. Y la moda de Halloween no se detiene allí, también se extiende a las camisetas, trajes infantiles, elementos decorativos, ropa de cama y lo que puedas imaginar con imágenes sorprendentemente tiernas de fantasmas, calabazas y hasta botines de bruja.
Quizás después de la tradicional ofrenda a mis difuntos, decida jugar junto a los niños con sus novedosas calabazas, arropada con una linda colcha con pequeñas brujas bordadas o estrene las pantuflas con cara de monster que me acaban de regalar. Sin duda, el poder del mercadeo llevado a la máxima expresión, paulatinamente, permea hasta a las sociedades más tradicionales.
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