viernes, 5 de abril de 2013

De tal palo tal astilla

Es lo que decimos cuando vemos que un hijo hereda ciertos aspectos de los padres. Unos el carácter, otros la forma de caminar, actuar, moverse o la forma de vestir.

Dicen que nuestros hijos son la extensión de nosotros mismos, motivo por el cual queremos que sean una ‘miniversión’ de lo que somos o lo que hubiéramos querido ser. Recuerdo un día en el que hice llorar a mares a la hija de una amiga porque me ofrecí a trenzarle el cabello. Al primer cepillazo le incrusté las cerdas en el cuero cabelludo, y cómo no, si estaba acostumbrada a peinar a Nabila y Alexia, poseedoras de crespísimos e imposibles cabellos.

Me esmeraba tanto en dejarlas bien peinadas y lacias, que jalaba y jalaba sin compasión sus pobres cabecitas. Pero los resultados eran impresionantes: mis niñas tenían las pichicas más coloridas y eran las mejor peinadas de la escuela. Aunque a una le duraba lo que toma caminar desde la puerta de entrada del colegio hasta su aula. Tuvieron que pasar unos cuantos años hasta que ella misma sintió que se veía mejor bien peinada.

Cuando crecieron y comenzaron a salir, les hice su primer manicure. Les depilé las cejas, les solté el cabello y les hicieron un brushing de verdad. Les hice unos vestidos divinos, las encremé de pies a cabeza, les puse un poco de rímel a sus largas y tupidas pestañas, brillo a los labios, algo de perfume y les tomé muchas pero muchísimas fotos.

Vinieron mis hermanas, mi mamá y mi abuela a verlas, ya que era un acontecimiento super especial. Por suerte, para ellas, en aquella época todavía no existía el facebook, porque estoy segura de que hubiese subido las fotografías al instante. Cuando volvieron las esperé con algodones húmedos, crema para desmaquillar y tónico, para que sus caritas queden tan limpias como antes de salir.

Así exactamente es como empezamos todas a convertirnos de niñas en mujeres. Lo más importante es saber que para verse siempre bien, desde muy pequeñas, hay que seguir una rutina para que luego se convierta en un hábito.

No olvides que nuestros niños imitan todo lo que hacemos.

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