María Lemus ha hecho su sueño realidad. Empezó la carrera de Ciencias Empresariales, pero la dejó después de un año y acabó diplomándose en Magisterio, para después estudiar moda. Su indiscutible pasión arrastró a Víctor Alonso, licenciado en Ciencias Medioambientales, y así nació en 2009 la firma María Ke Fisherman.
Los dos han extrapolado de sus dispares carreras y habilidades que les han ayudado en esta singular aventura.
Él aplica el pensamiento científico en "la manera de buscar la proporción, de entender las matemáticas de la ropa, de encontrar soluciones a determinados problemas”, mientras el punto fuerte de Lemus es "relacionarse” con sus equipos, "siempre de una manera muy didáctica y con mucho amor y como si fueran niños”, dice Víctor Alonso.
Precisamente en Madrid han mostrado la transición de niña a adulta en el colegio. Las mangas farol en camisas blancas, faldas negras y lazos rojos al cuello a modo de uniforme dan paso a looks propios de tribus urbanas, para representar cómo su protagonista, María, pasa de sentirse amenazada por sus compañeras a liderar por ejemplo, la banda Black Panthers.
Una moda que han lucido estrellas de la talla de Miley Cyrus, Lady Gaga o Katy Perry de dos diseñadores que han creado su propio método, incluso sobre la pasarela, ya que el primer desfile al que acudieron fue precisamente el de su debut.
María Ke Fisherman, debutante en septiembre en la Madrid Fashion Week, le ha pasado ahora el relevo de "novato” a Miguel Becer, quien gracias a su carrera de Economía ha podido trasladar los conocimientos adquiridos "lo máximo posible a lo que es llevar una pequeña empresa”, Mané Mané.
En su currículo figura asimismo la carrera de piano, que le ha aportado "metodología, ser perseverante con el estudio, ponerte unos horarios”.
Además, estudiando a grandes músicos como Beethoven, Bach, Lisz, Debussy o Mozart aprendió a "trasladar la pasión en una técnica”, para plasmar "una sensación y un sentimiento más allá de vestidos bonitos, faldas bonitas, cortes preciosos...”.
El resultado, una colección en la que reinterpreta el folklore con prendas oversize, cortes asimétricos y desestructurados y superposiciones.
Otros diseñadores sin formación empresarial encuentran en esta faceta su punto débil.
"Soy el peor vendedor de mi propia colección”, reconoce con cierta ironía Juan Vidal.
Descendiente de una familia de cuatro generaciones de sastres, sus padres tenían una sastrería para hombre en Elda (Alicante) que se transformó en una boutique femenina.
Le costó contar que quería dejar bellas artes para dedicarse a la moda, pero una vez dado el paso, tuvo a su favor los "conocimientos adquiridos de forma casi involuntaria” mientras "estás vistiendo maniquíes en lugar de jugando con una pelota”. También haber acompañado a su familia a comprar colecciones y tener a su disposición el taller.
Con su colección Inside Linda, una mujer nocturna que busca el placer, vuelve justamente a la modistería, con 28 looks "ultraelaborados” con un claro predominio del negro, transparencias, lentejuelas, bordados, cintas de seda, corchetes, botones, cremalleras...
Entre patrones también se crió Hannibal Laguna.
Sus padres tuvieron una fábrica de confección infantil en Venezuela y él se dedicaba a jugar con retales, "pero curiosamente no hacía vestidos, hacía maquetas de ciudades”, empleando los tejidos de cuadros para imaginar edificios y los de flores, para los jardines.
Pero esa temprana afición por la arquitectura, "una disciplina demasiado estática”, dio paso a un interés por la moda, aunque empezó estudiando sastrería, "la arquitectura de la moda”, en la mítica Milán.
Su colección otoño-invierno Goldenmile, en alusión a la Milla de Oro de las tiendas de lujo de Madrid, se inspira precisamente en elementos arquitectónicos, como aldabas, rejerías, vidrieras y adoquines, para vestir a "una mujer muy sensual, pero muy delicada” con seda y brocados en colores ocres, rojos y rosas acompañados del siempre discreto negro, blanco y gris con detalles metálicos.
Cuatro perfiles dispares de diseñadores que convergen en un mismo punto: vestir a la mujer del siglo XXI con patrones de elegancia y modernidad.
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