Su glamour, sazonado de elegantes turbantes y vestidos recatados pero siempre a la última, ha marcado tendencia sin cruzar jamás la línea roja de la modestia que imponen los guardianes de la ortodoxia islámica. El estilo de la ex jequesa de Qatar, Moza bint Naser (57), desfiló durante años por cumbres y viajes de Estado cautivando a sus anfitriones.
"Tiene un gusto extraordinario. Es una figura muy respetada en la industria de la moda. Ha logrado seleccionar lo mejor de la región e integrarlo en la cultura occidental. A la gente le encanta lo que lleva y cumple todos los criterios para ser una de las mujeres mejor vestidas del mundo", relata a LOC Sandra Wilkins, decana del departamento de diseño de moda de la Virginia Commonwealth University en Qatar.
Tres años después de que su esposo abdicara, Moza ya no se conforma con adaptar el prêt-à-porter que triunfa en las pasarelas europeas a los pasillos de una de las monarquías más conservadoras del golfo Pérsico. La ex jequesa se ha propuesto conquistar las marcas más exclusivas de la moda occidental. La última de una larga retahíla de adquisiciones acaba de cerrarse este verano.
Mayhoola -la compañía qatarí tras la que se oculta Moza- ha comprado Balmain, una firma emblema de la alta costura francesa cuyas creaciones han lucido en la última década estrellas de Hollywood, los famosos más fotografiados del viejo continente y las Kardashian gracias al arrollador éxito de su director creativo Olivier Rousteing en Instagram. Como sucediera con sus operaciones anteriores, la suma de dinero despachada por la madre del actual emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Thani, resulta una incógnita. Balmain, en cualquier caso, está valorada en más de 500 millones de euros.
"Mayhoola, un vehículo inversor apoyado por el emir de Qatar, permitirá a la marca acelerar su desarrollo, especialmente con la apertura de nuevos establecimientos en el extranjero", pronosticó Bucephale Finance, la consultora que asesoró a los accionistas de Balmain, al desvelar la identidad del nuevo propietario.
Inversiones millonarias
El bolsillo de Moza revolucionó la industria de la moda en 2012 al hacerse con la italiana Valentino, la joya de su emporio, por un monto cercano a los 700 millones de euros. El objetivo de la ex jequesa es unir ambas compañías e impulsar un conglomerado que tiene intereses repartidos por otras marcas como la firma británica de bolsos Anya Hindmarch -con una participación valorada en 31,6 millones de euros- o la italiana Forall Confezioni, en cuya compra desembolsó 129 millones de euros hasta hacerse con el 65% del accionariado de una empresa que produce la marca de moda masculina Pal Zileri y tiene la licencia de los accesorios de Moschino y Cerruti 1881.
En 2014 las ambiciones de Moza, la segunda de las tres esposas del ex jeque, se fijaron en la firma española Pepe Jeans, cuya adquisición finalmente no se materializó.
La voraz pasión de la ex jequesa por el universo de la alta costura también ha alcanzado los confines de Qatar, el país más rico del mundo con el mayor PIB por habitante del planeta.
A través de Qatar Luxury Group (QLG) -dirigida por un ex ejecutivo de LVMH-, Moza trata de divulgar entre sus súbditos una embrionaria industria de la moda. En 2011 la sociedad compró el 85,73% de las acciones de Le Tanneur & Cie, una empresa gala centenaria dedicada a la fabricación de artículos de cuero.
De sus despachos ha nacido también la primera aventura autóctona: Qela. Sus talleres se ubican en el emirato y emplean a los licenciados en moda en una universidad local aunque -indica Wilkins- las riendas del grupo están en manos de "profesionales europeos que tienen una visión diferente a la qatarí".
Su catálogo incluye productos de cuero, zapatos, joyas y vestidos, "moda atemporal -reza su publicidad- para mujeres cultas e inteligentes". "Moza ha sido la principal responsable del establecimiento de este sector incipiente. Entiende la moda y la vive con entusiasmo", reconoce Wilkins. A pesar del espaldarazo de su matriarca,Qatar sigue siendo un lugar repleto de consumidores sin problemas de liquidez.
"La industria es mínima. Hay muchos diseñadores jóvenes y emprendedores que han abierto sus propias boutiques de 'abayas' pero por desgracia ni siquiera hay un sector que los apoye. Se ha apostado por crear una marca más que por respaldar desde los inicios a los diseñadores emergentes locales, que tienen grandes ideas pero que carecen de recursos", lamenta la experta.
La obsesión de Moza por su apariencia es también su salvación. "Es como una medicina. Cuando me siento agotada, acudo a mi guardarropa y entre mis armarios trato de mezclar y apañar cosas. No tengo estilista porque no encontraría a nadie que entendiera lo que quiero", confesó en una entrevista reciente al rotativo británico Financial Times.
Moza -que guarda entre sus condecoraciones la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica- reconoció atreverse incluso a dibujar algunos bocetos y participar con los sastres en la confección de sus trajes. "Mi estilo es algo que respeta la tradición y al mismo tiempo es moderno y práctico", detalló quien -además de cuidar su cartera de inversiones y su aspecto- lleva la batuta de la Qatar Foundation, una organización establecida en 1995 para mejorar la educación, las artes y la ciencia en el que fuera un pobre puerto militar bendecido por el hallazgo de petróleo hace tan solo seis décadas.
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