"Era un pantalón decorado con piedras y perlas, canutillos, lentejuelas, en toda la pierna derecha y toda la izquierda", recuerda Gregorio José Rivera Quiroz. Fue el mayor éxito comercial de este hombre que desde 1992 se dedica al negocio de los pantalones vaqueros en Colombia.
Vendió 600.000 pares de ese modelo de jeans de mujer en tres meses, me cuenta por teléfono, con un remanente de entusiasmo que ya le dura los cerca de 15 años que pasaron desde esa hazaña comercial. "Me daba el lujo de subir el precio y me los seguían comprando", dice.
Ese producto era importado, fabricado en China; se trajo cinco contenedores del brillante modelo.
No sorprende, entonces, que le gusten las piedras, los brillos, las perlas (aunque hoy cree que menos puede ser más). No está solo: en Colombia es muy común ver en tiendas y calles jeans de mujer azules, negros, blancos, con efusivos bordados y apliques, especialmente en los bolsillos.
El uso de las piedras y apliques, dice Rivera Quiroz, comenzó más o menos en la época en que él vendió esos miles de pares de deslumbrantes pantalones. Desde entonces, nunca dejaron de coserse y pegarse sobre la tela de los vaqueros.
Para muestra, basta una visita a la mayor plaza mayorista de venta de esta prenda del país, el centro comercial Gran San de Bogotá, en el que una gran parte de sus más de 700 locales venden jeans, de cientos de marcas, producidos en otras tantas fábricas en Bogotá y también en otras partes del país.
Los diseñadores decoran efusivamente los bolsillos con patrones geométricos, bordados, mostacillas, piedras... lo que sea para hacerlos resaltar, brillar y llamar la atención.
Levanta cola
Pero la gran innovación de los jeans colombianos es anterior a los apliques, y se remonta a hace unos 20 años atrás: el llamado levanta cola. "Es única y exclusivamente colombiano", explica con orgullo Rivera Quiroz.
El nombre lo explica todo: es un modelo que con diferentes "trucos" intenta dar forma a los glúteos. Hay al menos tres secretos que hacen que el levanta cola "funcione", que en el Gran San se ven repetidos de local en local, de maniquí en maniquí, de estante en estante: Pretina alta y ancha para abrazar el vientre. Con más tela, abultado, en la parte de los glúteos. Pinzas por encima de los bolsillos traseros o debajo de la pretina para dar forma.
"Se ha venido puliendo al punto de que hoy se le apunta a quién (qué marca, qué modelo) levanta más", dice Rivera Quiroz.
Todas las edades, todas las clases sociales
Las piedras y los decorados se incorporaron luego para hacerlo aún más llamativo. "Levantacola y diseño van de la mano", dice Nayibe Gaitán trabaja hace once años en el rubro. Ahora vende la marca Komodo en Gran San, aunque antes estaba en el área administrativa de la fábrica, así que conoce bien el mundo del jean colombiano.
Dice que el jean levanta cola decorado es consumido por todas las clases sociales y todas las edades. Su empresa produce unas 350 unidades de cada modelo (sacan unos 50 simultáneamente) y no lo repiten; casi ninguna marca repite aquí modelos. Cuando se acabó se acabó. En el Gran San los jeans se pagan al por mayor entre 40.000 y 60.000 pesos ($us 14-20).
El jean colombiano para el mundo
La combinación de levanta cola y decoración ha llevado a la creación del arquetipo del jean colombiano, que ha trascendido el país. "Mujer latina que usted conozca quiere su pantalón levanta cola", asegura Rivera Quiroz. "Un cliente mío de EE.UU. vende a latinas que están dispersas en todo el mundo".
Miami, Florida, Los Ángeles, son mercados clave para el jean colombiano. Las cifras lo dejan claro: EE.UU. acapara cerca del 50% de las exportaciones de jeans de este país, que en 2015 alcanzaron los US$111 millones, según ProColombia, entidad encargada de la promoción comercial internacional del país. Los siguientes mercados de exportación son México y Ecuador.
El 10% de las prendas de vestir que exporta Colombia son jeans. La fabricación local y la venta al exterior se fortalecieron a partir de 2014, cuando el dólar comenzó a subir de precio y, paralelamente, la economía colombiana fue ganando competitividad. Fue ese el año en el que Rivera Quiroz, que había dejado de producir en el país, volvió a fabricar aquí.
Hoy tiene 120 empleados en su fábrica, Key Store, que se encuentra en Bogotá. Pero termina dándole trabajo, directa e indirectamente, a más de 400 personas. Nayibe Gaitán me dice que un solo par de vaqueros pasa en su proceso de producción por las manos de 70 personas y tarda un mes en fabricarse.
Komodo exporta a Chile, Guatemala, México y EE.UU. Quiroz también exporta a EE.UU. -claro- y a Chile, Perú y Centroamérica. Colombia es ya el tercer exportador de jeans de la región, detrás de México y Ecuador.
¿Qué viene ahora?
Los "destroyer" se están viendo mucho últimamente. Así se llaman, explica Gaitán, los que vienen rotos de fábrica. "El roto está en furor", asiente Rivera Quiroz. También, dice, los que incorporan algo de lycra.
Asegura que al mismo tiempo se han vuelto un poco menos decorados en los últimos años: "Hoy en día ya no hay tanta pedrería, el brillante, como hace año y medio" (su fábrica saca unos 12-15 modelos con piedras en cada colección de 60, aunque también suelen ir decorados, con bordados u otros detalles).
La sobriedad en la decoración, sin embargo, no necesariamente es lo que se ve en los locales del Gran San. Carolina Castillo vende jeans de varias marcas fabricadas en Medellín (el otro gran polo del vaquero en el país).
Dice que el más sencillo que tiene en stock es uno con seis piedras rosas en cada uno de los bolsillos de atrás. El levanta cola decorado parece seguir reinando en Colombia.
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