«Si funciona en Colombia, funciona en cualquier parte del mundo», pensó Miguel Caballero. Y funcionó. En toda América, en Europa (incluida España), en India o en China se encuentran —en tiendas o a través de distribuidores— sus prendas blindadas y a la moda. Del típico chaleco a la cazadora, el abrigo, la guayabera, el polo y hasta la camiseta de tirantes o la «chupa» motera. En todos los colores y tallas. Impermeables, ignífugas y, por supuesto, a prueba de balas.
La colección de ropa cuenta con tres líneas: la «Road», para émulos de Ángel Nieto; la «Gold», «dirigida a personas en busca de tendencias contemporáneas y vanguardistas que exigen prendas multifuncionales, cómodas y a la vez discretas, hombres y mujeres con un estilo de vida matizado de aficiones y actividades deportivas y de entretenimiento»; y la «Black», «para quienes recorren el mundo encontrando detalles que despiertan emociones en su estilo de vida, basada en tendencias formales influenciadas por estilos casuales: toques elegantes que definen la sofisticación del hombre y la mujer moderna». Tela marinera.
Vestimentas lavables y reutilizables: «Un chaleco que recibe balazos sigue sirviendo. La vida útil de un chaleco es de dos años. Sin embargo, no depende del material de blindaje en sí, que posee una vida útil de diez años, sino del tipo de munición que existe en el mercado, que evoluciona cada cinco años».
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