martes, 25 de junio de 2013

M. Schwarz El contador de la moda

Con un extraordinario proyecto, un contador de Augsburgo en Alemania registró en detalle su vestimenta durante cuarenta años.

Matthaeus Schwarz trabajaba para la familia Fugger, una de las más importantes y acaudaladas familias alemanas de mercaderes y banqueros de la época.

El interés del contador por la ropa se despertó cuando era joven, que lo llevó a comisionar acuarelas en 1520 no sólo de lo que se puso desde que tenía 23 años, sino que pidió que hicieran una retrospectiva de lo que había usado desde que era chiquito.

Durante cuatro décadas encargó un total de 137 acuarelas originales de sus vestimentas, pintadas por tres artistas principales.

Cuando cumplió 63 años de edad mandó a encuadernar las páginas, creando lo que se llegó a conocer como el "Libro de ropa de Schwarz".

No hay ningún registro gráfico como ese, dicen los expertos.

"Lo que produjo es un documento único en la historia de la moda: un tesoro de información", exclama Ulinka Rublack, quien investiga historia moderna temprana europea en la Universidad de Cambridge y es autora de "Vestirse: identidad cultural en la Europa del Renacimiento".

La obra de Schwarz está guardada en un pequeño museo de Brunswick, Alemania, y no había sido estudiada en detalle hasta ahora. Para Rublack, él era un innovador que no se dejaba limitar por las reglas de estilo.

Además, fue una de las primeras personas interesadas en la moda como fenómeno cultural, asegura Rublack, en conversación con la BBC: "En esa época -dice- los alemanes ricos se aseguraban de vestirse apropiadamente, pero consideraban que la moda en sí era una bobada".
BURLANDO REGLAS

Para más dificultad, las convenciones sociales eran estrictas y había reglas sobre la forma de vestir.

Las leyes suntuarias, dictadas con el propósito de restringir el lujo o la extravagancia, estipulaban cuáles eran los vestuarios y joyas apropiadas para el rango de cada persona.

Un empleado definitivamente no se podía vestir con más extravagancia que su jefe. Y Schwarz tenía una complicación más: a sus extremadamente acaudalados patrones les preocupaba parecer excesivamente ricos así que hacían el esfuerzo por vestirse como si fueran menos, cuenta Rublack.

Entonces, a Schwarz le tocaba ver cómo encontrarle la vuelta a las reglas.

"Si se prohibían las medias adornadas, adornaba las mangas, por ejemplo", cuenta a la BBC Maria Hayward, profesora de historia moderna temprana europea de la Universidad de Southampton, en Reino Unido, especializada en textiles y ropa.

Lo hacía todo para crear atuendos.

Como trabajaba para mercaderes importantes, tenía acceso a telas finas y contactos para conseguir lo que necesitaba. Empleaba a los mejores artesanos, cuenta Jenny Tiramani, directora del School of Historical Dress. Todo tenía que ser hecho a mano, pues la máquina de coser aún no había sido inventada.
EL LENGUAJE DE LA ROPA

Muchas de sus vestimentas eran notablemente elaboradas. Y los colores y accesorios que usaba a menudo tenían un significado específico.

Schwarz era hijo de un comerciante de vino, tenía 37 hermanos, estudió contaduría en Italia, tuvo tres hijos y murió a los 77 años.

Usaba los atuendos por razones sociales y políticas, desde lograr un ascenso hasta cortejar a una mujer.

El elaborado atuendo rojo y amarillo fue confeccionado para el retorno del emperador Carlos V del Imperio Romano Germánico. Ocurrió tras un periodo de nueve años durante el cual muchas partes del Imperio se habían vuelto protestantes.

Schwarz escogió esos colores, pues estaban asociados con la felicidad y su objetivo era demostrar su lealtad al catolicismo y al emperador, señala Rublack. Y surtió efecto: le dieron un título nobiliario en 1541, lo que representaba un enorme salto en el estatus social.

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