Érika Suárez Weise | Diseñadora de modas
¿Se imaginan que la moda siempre fuese la misma y que tuviéramos un uniforme eterno y universal?
Si todos vistiésemos lo mismo, ¿cuáles serían nuestras herramientas de expresión? ¿Cómo comunicaríamos quiénes somos o qué hacemos?... ¿Dónde quedarían todas las emociones y dónde esconderíamos nuestra creatividad?
Los diseñadores utilizamos las prendas como pequeños refugios de creación. Cada una es muy posible que contenga una porción de emociones, pensamientos, ideas surreales y utopías.
Así es como cada desfile se torna en un imaginario fantástico, que tiene una especie de efecto de trance. Transporta todos nuestros sentidos a la dimensión desconocida del inconsciente del creador.
Supongo que no lo hacemos a propósito… es muy probable que ese, nuestro cerebro artista, se desahogue sobre la pasarela. Es como una especie de consultorio sicológico. ¿O me van a decir que alguna vez al ver un desfile no pensaron en: “Debe estar loco”?
¿Qué sería de la moda sin su efecto sorpresa? ¿Qué sería de nosotros sin ustedes que se sorprenden ante nuestras locuras textiles y luego las hacen parte de su vida?
Tal vez nosotros creadores nunca pensamos que eso que creamos (ropa, arte, emoción, elemento) pueda a veces transformar las sociedades o afecte en la economía y mucho menos que cambie la historia. ¿O acaso Chanel alguna vez pensó que su ‘vestidito negro’ cambiaría del todo a la mujer?
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