El encuentro se realizó en el antiguo castillo Bazar, una joya arquitectónica de la capital de Hungría, donde el arte y la naturaleza se complementan. El lugar fue el escenario perfecto para mostrar el trabajo de los principales diseñadores húngaros y de jóvenes artistas que desean poner en escena su talento.
Sobre la larga pasarela, la firma de ropa Kele propuso vestidos simples en uno y dos tonos, siempre de un mismo género, marcando un estilo casual que se sella con un detalle chic como son los clásicos gorros y las coquetas boinas.
En cambio, la diseñadora francesa Valentine Gauthier optó por pantalones ceñidos y chaquetas holgadas en una sinergia entre el negro y el dorado, una fusión entre lo elegante y lo descontraído. Sin embargo, en sus creaciones no faltaron los colores. Esas gamas llamaron la atención desde una línea casual en la que las chaquetas llevaron un toque de alegría con flores bordadas a lo largo y ancho de cada una de las prendas femeninas.
El eterno y sobrio negro inspiró al italiano Paolo Errico, quien durante el desfile se animó a mostrar trajes sueltos evocando en las modelos una imagen algo masculina. Nada de curvas, sino líneas rectas y simétricas en sacos, vestidos y pantalones.
El húngaro Kata Szegedi se ocupó de vestir a los varones, para quienes creó una línea de chaquetas coloridas en texturas metalizadas, estas prendas complementaron pantalones y poleras entalladas en tonos oscuros pensados para crear contrastes.
Todas las colecciones tuvieron una misma característica: la comodidad, pero sin perder la clase y el estilo. Por ello, cada una de las tenidas llevó accesorios como chales, pashminas, gafas, sombreros y gorras, que pusieron un sello particular con alma glam.
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