miércoles, 1 de junio de 2016
La alta costura, un juego de luces y sombras en la mirada de Joséphine Douet
Una entrada majestuosa, un pasillo en penumbra y la curiosidad por descubrir una visión desconocida de la alta costura nos lleva al mundo que se abre detrás de la pasarela y al juego de luces y sombras que la fotógrafa francesa Joséphine Douet, desvela a través de la mirada de su objetivo.
"Coutures" (Costuras) es la exposición que, enmarcada dentro del festival Photo España, se inauguró hoy (ayer), en el Museo del Traje de Madrid. Un recorrido por el que se descubre un diálogo entre la colección permanente del museo y 22 fotografías, "de un total de 100 seleccionadas", del "backstage" de los desfiles de alta costura de París de entre 2000 y 2010.
Fotografías inéditas, en algunos casos, que han supuesto un ejercicio de memoria de su autora para encajar la historia del traje con el presente más reciente.
"Hemos funcionado de una manera muy orgánica, para organizar toda la exposición", dice Douet, que sigue vinculada al mundo de la moda y habla orgullosa de su trabajo junto a Del Pozo y a su director creativo, Josep Font.
De él destaca su "patronaje", su buen hacer, su "técnica" y su amor por los detalles, tan "cercano a la alta costura. Es uno de los grandes" y además un "gran hombre y fiel. Algo que en el mundo de la moda no existe".
Feliz de seguir captando lo mejor con su objetivo, echa de menos grandes momentos de la alta costura y desvela con un tono de decepción el camino por el que se desliza en la actualidad.
"Estoy esperando que llegue alguien con el espíritu de Galliano. Ahora mismo, la alta costura es muy comercial y muy plana", advierte Douet.
Señala que Givenchy era uno de los reductos de la alta costura y califica a Giambattista Valli como "adorable", pero "sin la exuberancia de Galliano". "He visto a gente llorar en sus desfiles", asegura.
"Amo a Gaultier porque es hipercreativo, trabaja en su taller de una manera increíble junto a sus colaboradores, pero necesitamos un relevo" en la alta costura, dice Douet, que añade que la moda necesita diseñadores, pero también "profesionales que sepan hacer su trabajo".
Imágenes previas a desfiles de maestros como Armani, Givenchy, Dior, Lacroix o Prada conviven en las vitrinas con miriñaques o con bordados del siglo XVIII tan preciosistas como los actuales. Sombreros y detalles de complementos se ajustan al ayer y al hoy de tal manera que muchos dudarían del paso del tiempo.
Descubrir las bambalinas de la alta costura, sus luces y sus sombras, a través de las esperas, las miradas perdidas de las modelos y su relación con las prendas antes de salir a la pasarela es algo que queda reflejado en cada retrato, la mayoría en blanco y negro.
"No creo que su fuerza sea mayor, pero el blanco y negro ayuda a resaltar los bordados, a no perderte en el color y a fijarte en los detalles. Hay algunas en color, pero son descoloridas, no me gustan los tonos chillones", afirma esta francesa afincada en España desde hace 15 años.
El "backstage" es un mundo solitario, a pesar de la gente que pulula por allí, y la fotógrafa intenta captar los momentos de "intimidad". "Es una constante en mi trabajo, el tú a tú. Intento entrar en mundos cerrados y privados", confiesa.
"Nunca he querido sacar la carnaza. Es un mundo que despierta curiosidad, pero con las fotografías del ´backstage´ hacemos una revista de moda, con imágenes bien iluminadas, en las que la modelo esté guapa y que cuente una historia", explica.
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