Las playas de la región china de Qungdao se están poblando de mujeres que se cubren la cara con una especie de máscara que las protege del sol. Así es el "face-kini", invento de una diseñadora japonesa que evita que las mujeres del gigante asiático adquieran el codiciado color al que aspiran tantos occidentales.
La lógica de la prenda parte de la aversión china por tener la piel bronceada, algo que se asocia al trabajo en el campo y que -toda sociedad tiene sus filias, sus fobias y sus ideas clasistas prestablecidas- en China es señal de bajo status.
El "face-kini", que no deja de ser un pasamontañas de nylon, evita que el sol llegue al cutis y permite a las mujeres (quizás en el futuro se comercialice también entre hombres) seguir luciendo la blancura de piel a pesar del verano.
La creciente moda del "face-kini" ha llevado a que la prenda se presente en diferentes colores y estampas, aunque el modelo está estandarizado: apenas los orificios de la nariz, los ojos y los labios sobresalen de la máscara.
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