El blanco. En todos los tiempos, clásicamente el blanco inspira inocencia y reputación. En los niños y bebés, pureza e inocencia; en una dama; delicadeza y en un varón, excentricidad. Es sólo en 1840 que nace el primer vestido blanco de boda con la Reina Victoria, que luego se torna tradicional como símbolo de pureza e inocencia.
El negro. Si el blanco es pureza, el negro por miles de años siempre significó tristeza, sentimiento de culpa, duelo, dolor, pero también sofisticación. El negro es elegante y expresa distinción.
El gris. Como no es ni blanco ni negro, es un color opaco. Puede identificarse con modestia y hasta misterio. El plomo, aunque esté de moda, siempre pasará inadvertido.
El rojo. Este es un color que siempre va a causar reacción, pues por sobre todo representa la sangre. Un rojo profun0mbargo, en menor grado. Es el color del sol; representa juventud y esperanza y vestido tanto en damas o varones inspira optimismo y sociabilidad. Cuanto más dorado es el amarillo, expresa mayor riqueza y prosperidad.
El azul. Siendo el color del cielo, es un color estable, tiene un efecto tranquilizador y demuestra poder. El azul nunca sale de moda y es sumamente utilizado en la juventud. Denota seriedad y sofisticación cuanto más inclinado al negro está.
El verde. El verde es el color del desierto y del bosque. El vestir de verde a veces indica una conexión con los poderes de la naturaleza.
El café. Este color siempre se lo relaciona con la tierra y la naturaleza. Dependiendo de los tonos, denota menor o mayor tranquilidad, fiabilidad y trabajo duro.
El morado. Es un color que siempre está asociado con la realeza; sin embargo, a veces con la vulgaridad.
Y así, todos los colores son fuertes comunicadores de nuestra personalidad, ánimo y energía. Busca los colores que te levanten el espíritu, que sean positivos y que vayan de acuerdo a tu personalidad. Y cuando recibas tu próximo cumplido, sólo dices, “Gracias, muchas gracias”.
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